Provincia de Barcelona


Monasterio de Sant Cugat
(Sant Cugat del Vallès, Vallès Occidental)

41º 28,502'N ; 2º 5,196'E




Edificio construido sobre las ruinas de un antigua fortificación romana. Los primeros documentos que nos hablan de este lugar hacen referencia al castrum Octavianum, levantado en tiempos de Augusto (27 aC - 14 dC), allí donde se cruzaban las vías que iban de Tarragona a Narbona y de Barcelona a Egara. En él fue martirizado, según la tradición, el cristiano Cugat, que pronto comenzó a ser venerado como santo.


Este hecho y el decreto de tolerancia religiosa del año 313 provocó que el lugar perdiera importancia militar y comenzara a tenerla de carácter religioso. En el siglo V se construyó un martyrium o construcción funeraria y también un aula rectangular. Estos dos edificios fueron destruidos por un incendio a finales del mismo siglo o principios del siguiente. El aula rectangular se reconstruyó entre los siglos VI y VIII y se le añadió un ábside de planta de herradura interior, pero pentagonal por el exterior.


Durante la invasión musulmana, el abad de Saint Denis intentó trasladar las reliquias de San Cugat a territorio cristiano, pero todos los intentos fracasaron. Algunos historiadores creen que las campañas militares para lograr esta meta provocaron un ataque por parte de los sarracenos, hacia el año 780, que destruyeron el incipiente monasterio.

La vida monástica no se recuperó hasta la conquista de Barcelona por parte de los francos en 801. No será hasta el año 878 que encontramos una referencia a la existencia de una comunidad religiosa. El cenobio vivió una etapa relativamente tranquila hasta que Almanzor, en una de sus razzias, atacó el monasterio, causando numerosos daños. El abad Odón inició la reconstrucción del edificio.

Entre los siglos X y XII el monasterio vivió su momento de máximo esplendor, jugando un papel decisivo en la reconquista y la expansión de la frontera hacia el Baix Llobregat, el Anoia, y el Penedès. El monasterio poseyó la señoría de siete castillos y cinco torres en esta zona.

El año 1089 el conde Berenguer Ramón II cedió el monasterio al de San Ponç de Tomeres. El abad de este cenobio ocupó Sant Cugat y expulsó al abad y a algunos monjes. Dos años más tarde, con la llegada al trono de Ramón Berenguer III propició que el papa Urbano II condenara este episodio y obligara a Frotard a readmitir a los monjes y que fueran los mismos los que eligieran el nuevo abad. El nuevo conde de Barcelona favoreció este monasterio y lo convirtió en el más importante de la diócesis de Barcelona. A partir de este momento comienzó una etapa muy favorable para el monasterio, que se prolongó hasta el siglo XIV, momento en que se construyen las murallas defensivas y el palacio abacial.


A partir de 1385 los abades son nombrados directamente por la Curia Romana, lo que provocó tensiones y desconcierto entre los monjes. En el siglo XVI el monasterio pierde su independencia respecto al poder real y pasó a ser una pieza más en el juego de la política.

Entre 1820 y 1835 se empiezan a subastar las pertenencias del monasterio, fruto de su desamortización. Las dependencias monacales no encontraron comprador y fue el ayuntamiento de Sant Cugat quien las adquirió en 1847. En 1835 Elies Rogent inició la restauración del claustro, pero la falta de dinero provocó que los trabajos realizados fueran muy escasos. Es a partir de 1931 que se comienza una restauración integral del cenobio, truncada por el estallido de la Guerra Civil, cuando fue asaltado y se quemó el altar mayor. Una vez finalizada la guerra, se reanudaron los trabajos.

La estructura del monasterio actual, responde básicamente a las reformas que se hicieron durante el siglo XII. Gracias a las excavaciones que se han llevado a cabo se puede afirmar que la iglesia del siglo XI estaba situada en el mismo lugar que la actual.


La iglesia se construyó a caballo entre el románico y el gótico. Se inició por la cabecera en el siglo XII, pero no se finalizó hasta bien entrado el siglo XIV.


Tiene planta basilical de tres naves cubiertas con bóveda de crucería.


Al final de las naves podemos encontrar tres ábsides. Destaca la gran ventana gótica que podemos encontrar en el ábside principal.


De la misma época es la cúpula del crucero, que se transforma en el exterior en un sencillo cimborrio.


Los ábsides tienen planta poligonal y están decorados con columnas en los ángulos y un friso de arcos lombardos, que descansan sobre ménsulas esculpidas. Estas fueron esculpidas por los mismos artesanos que hicieron el claustro, ya que mantienen grandes similitudes.


En la fachada oeste podemos encontrar la monumental portada gótica.


Encima se abre un gran rosetón, en la que acompañan dos de menores dimensiones, que iluminan las naves laterales.

En el muro del lado sur, podemos encontrar unas capillas adosadas entre los contrafuertes, que se construyeron en el siglo XIV, que restaron luminosidad al templo en tapar algunos ventanales góticos.

El campanario es de finales del siglo XI. Tiene planta cuadrada y está decorado con motivos lombardos como lesenas y arcos ciegos


En el interior del templo se conserva la imagen de Santa María del Bosque, procedente de la capilla de San Adjutori . Según la tradición, la imagen fue encontrada por unos pastores, que vieron que cada día los toros arrodillaban en un sitio. En el siglo XIX la imagen fue trasladada a la masía de Can Jané, junto con la de san Adjutori, debido al estado de ruina en que se encontraba el templo, ya que fue abandonado en 1835 cuando la desamortización del monasterio. Tras la Guerra Civil fue devuelta a la parroquia por la familia Sánchez y una vez restaurada fue entronizada el 8 de septiembre de 1940, coincidiendo con el día de las Vírgenes encontradas.


Se trata de una talla de madera policromada del siglo XIII. En ella se representa a la Virgen sentada, con el Niño en su regazo, ligeramente desplazado hacia la izquierda, haciéndole de trono. El Niño hace la acción de bendecir con la mano derecha, mientras que con la otra sostiene una bola, símbolo de todo el mundo creado.

Desgraciadamente ya no se conserva en el templo la Virgen de Sant Cugat. Se trata de una talla del siglo XIII de la Virgen, que se conserva en el Museo Municipal de Arte de Terrassa. En el templo podemos observar esta fotografía como recuerdo de la imagen que se veneraba en este monasterio.


Tampoco se conserva in situ el frontal de altar de madera tallada, recubierta con estuco datado en el siglo XIII y conservado en el Museo Cívico de Turín. Está dedicado a la Virgen María, que ocupa la parte central. Le rodean varias escenas relacionadas con la Virgen y la infancia de Jesús como la Anunciación, la Natividad y la Epifanía.

En el actual museo del monasterio podemos contemplar un Cristo Crucificado, también del siglo XIII, que forma parte del fondo del Museo Nacional de Arte de Cataluña.


También forman parte de la colección de este museo, pero se alojan temporalmente en Sant Cugat, unos fragmentos de pinturas murales. Estas estaban situadas sobre la puerta que comunicaba el claustro con la iglesia. Este conjunto estaba formado por una Maiestas Domini rodeada por los símbolos de los Evangelistas y por los apóstoles.


En el segundo tercio del siglo XIII se modificó la puerta que comunica con el claustro. Está formada por arcos de medio punto en gradación, decorados con motivos vegetales y apoyados en dos pares de columnas.


El claustro es del siglo XII y se construyó sobre uno anterior. Hacia el año 1190 llegó un taller de escultores procedentes de la catedral de Girona , el claustro de la cual se inició hacia el 1180. Es por eso que ambos guardan muchas similitud en cuanto a los motivos esculpidos en sus capiteles.