Francia - Llenguadoc Rosselló - Pirineos Orientales


Sant Miquel de Cuixà
(Codalet, Conflent)

42º 35,710'N ; 2º 25,008'E    




Los orígenes de este monasterio están condicionados por una fatalidad. En el año 840 se fundó la abadía de Sant Andreu d'Eixalada, situada a la entrada del desfiladero de Canaveilles, en las fuentes de Eixalada o Toes. El año 878 un fuerte aguacero hizo subir las aguas del rio Tet, que arrasaron el monasterio, destruyendo la iglesia y matando a algunos monjes. Por este motivo, la comunidad decide trasladarse y se instala alrededor de la iglesia de Sant Germà de Cuixà, donde había una pequeña comunidad vinculada a Sant Andreu de Eixalada. El 19 de junio del año 879 se fundó un monasterio, dirigido por el abad Protasi y que contaba con treinta y cinco monjes.

El 30 de julio de 953 se consagra un nuevo templo, dedicado a Sant Germà, por parte del obispo de Elna Riculf II, siendo el abad Gondefred II. Asistieron al acto la condesa Ava y sus hijos Sunifred y Oliba.

Durante el condado de Sunifred aparece citada una segunda iglesia, dedicada a Sant Miquel y construida al oeste de la de Sant Germà. De ahí que el cenobio será conocido a partir de entonces como San Miguel y San Germán de Cuixà. El 17 de febrero del 956 el abad Ponç y el conde Sunifred deciden reconstruir este templo, ampliándolo y convirtiéndolo en el templo principal de la comunidad. De hecho, a la finalización del mismo, se derrumba la iglesia de San Germán. El conde murió antes de la finalización de las obras, que fueron finalizadas por los condes Oliba Cabreta y Miró, hermanos de Sunifred.


El 30 de septiembre del año 974 se consagra solemnemente el nuevo templo, con la presencia de siete obispos, Sunyer de Elna, Miró de Girona, Frujà de Osona, Guisad de Urgell, Isol de Toulouse, Bernat de Coserans y Francó de Carcasona. Esta gran cantidad de obispos no es un hecho casual: siete obispos para consagrar los siete altares de que disponía el templo, como siete son los dones del Espíritu Santo. El abad Garí, artífice de esta consagración, fue uno de los personajes más importantes en la historia del monasterio. Él llevó el cenobio hasta la reforma cluniacense.

Durante este siglo, el patrimonio del monasterio fue creciendo considerablemente. El gran número de tierras de que disponía y la variedad de su naturaleza, le proporcionaban numerosos recursos naturales, así como importantes rentas.

El otro gran personaje de Cuixà es el abad Oliba, que también fue abad de Sant Martí de Canigó , aunque temporalmente y de Santa María de Ripoll, así como obispo de Vic. Sucedió al abad Garí a principios del siglo XI y amplió el templo, respetando pero la edificación anterior. Oliba fue el introductor de la arquitectura lombarda en nuestro país y Cuixà y Ripoll no quedaron al margen.


La pujanza del monasterio continuó durante el siglo XII, especialmente durante la primera mitad, cuando se construye su claustro , hecho con mármol rosa de la zona. También se construye una tribuna por orden del abad Gregori.


En la segunda parte del siglo XII el monasterio entra en decadencia espiritual y económica. Sólo el buen hacer del abad Gausbert de Castellnou rompió esta dinámica, obteniendo incluso privilegios de Jaume I.

A partir del siglo XIV el monasterio estará regido por abades comendatarios que no residían en Cuixà. Esto provocó el progresivo declive del cenobio.


En el siglo XVI se produce una reestructuración económica y administrativa del monasterio, convirtiéndolo en una especie de capítulo, donde los miembros de la comunidad tenían vivienda y rentas propias. Por ello se reforman las dependencias monásticas para para adaptarlas a la nueva situación. También se reforma el templo, compartimentando las naves laterales y convirtiéndolas en capillas.


Después de la Revolución Francesa, el monasterio fue vendido a manos privadas. A partir de este momento empieza una verdadera pesadilla para este gran monasterio. La peor parte se la llevó el claustro, que molestaba al propietario, interesado en construir una gran balsa de agua en su lugar. Por eso no dudó en venderse gran parte del claustro y de sus elementos escultóricos. Algunos de ellos los podemos ver en el museo The Cloisters de Nueva York.


En 1919 el monasterio se compró y se cedió a los monjes cistercienses de Fontfreda, que se establecieron hasta 1965. Desde ese momento se hacen cargo del cenobio los monjes benedictinos de Montserrat, que mantienen la vida monacal desde entonces.

A continuación le invitamos a visitar los diferentes espacios del cenobio. Seleccione en la planta del monasterio.



Església de Sant Miquel