Francia - Llenguadoc Rosselló - Pirineos Orientales
Sant Miquel de Cuixà
(Codalet, Conflent)
42º 35,710'N ; 2º 25,008'E
Iglesia de Sant Miquel
El
17 de febrero del 956 el abad Ponç y el conde Sunifred decidieron ampliar el
templo de Sant Miquel, que hasta ese momento era el templo secundario de la
comunidad.
Desgraciadamente el conde no vio terminada su obra, que fue finalizada por los
condes Oliba Cabreta y Miró, hermanos de Sunifred.
El
30 de septiembre del año 974 se consagra solemnemente el nuevo templo, con la
presencia de siete obispos, Sunyer de Elna, Miró de Girona, Frujà de Osona,
Guisand de Urgell, Isol de Toulouse, Bernat de Coserans y Francó de Carcasona.
Esta gran cantidad de obispos no es un hecho casual: siete obispos para
consagrar los siete altares de que disponía el templo, como siete son los
dones del Espíritu Santo.
Este templo estaba formado por tres naves, separadas entre ellas por arcos de
herradura, que en el siglo XVI se mutilaron, perdiendo sus montantes para
adaptarse a los gustos renacentistas de la época.
La
nave central es un tramo más larga que las laterales por poniente, donde se
encuentra la puerta principal.
Como en el caso de los arcos formeros, el arco de la puerta y el de la ventana
que hay sobre ella, fueron mutilados y han perdido su fisonomía de herradura.
Originalmente todo el templo tenía un suelo de losas de mármol, arrancadas
durante la etapa de abandono del monasterio.
También se perdió en este momento la bóveda de crucería con que se cubría la
nave central, hecha en el siglo XIV.
Estas bóvedas sustituyeron a la antigua cubierta de madera.
Las tres naves terminaban en un transepto donde se abría un ábside rectangular
y cuatro semicirculares, dos en cada brazo.
El
ábside situado más al norte no se ha conservado.
El
ara de altar es de mármol blanco.
Fue reutilizada de un antiguo edificio romano, probablemente el templo
dedicado a las divinidades Capitolinas de Narbona.
Fue consagrada el año 974. Durante la revolución francesa, fue vendida y se
utilizó como balcón de una casa de Vinçà.
Por suerte se recuperó en 1971, y se volvió a colocar en su lugar con motivo
del milenario del templo, en 1974.
Está hecha con mármol de Carrara.
En
la parte superior tenía casi 200 grafitis, pero la mitad han desaparecido por
la erosión provocada por los pies caminando por encima suyo, cuando fue
utilizada como balcón.
Los que se conservan corresponden a inscripciones votivas entre los siglos X y
XII.
Por la parte frontal se esculpieron motivos florales.
Entre el ábside principal y las parejas de ábsides laterales había un espacio
donde se abría una puerta y una ventana de arco de herradura, que iluminaba el
transepto.
De
este mismo estilo era el arco de la puerta que comunicaba el templo con el
claustro, actualmente cegada.
El
otro gran personaje de Cuixà es el abad Oliba.
Sucedió al abad Garí a principios del siglo XI y amplió el templo, respetando
pero la edificación anterior.
Oliba fue el introductor de la arquitectura lombarda en nuestro país y Cuixà
no quedó al margen.
La
primera gran reforma que realiza Oliba es la construcción de un deambulatorio
alrededor del ábside principal, probablemente inspirado en el de Sant Pere de
Rodes.
Se
aprovecha el espacio vacío entre los absidiolos laterales y el ábside
principal para construir unos pasillos alargados y cubiertos con bóveda de
cuarto de círculo.
Estos pasillos terminan en una galería transversal, construida en una segunda
etapa, en la que se abrían tres ábsides semicirculares.
De
estos sólo se conservó el del lado norte, pues el central
y el
del lado sur se sustituyeron por nuevas capillas mayores.
El
del lado sur fue reconstruido por Puig i Cadafalch, aprovechando sus
cimientos.
Oliba también hizo levantar los muros de las naves laterales en cerca de un
metro, para poder practicar ventanas abocinadas y arco de medio punto.
La
cubierta de estas naves, como la principal, era de madera y posteriormente se
sustituyó por las actuales bóvedas de cuarto de círculo.
Otra aportación importante fue la construcción de dos campanarios.
Se
trata de dos torres cuadradas situadas en los extremos del transepto.
La
del lado norte se derrumbó en 1839. El cenobio ya había pasado a manos
particulares y la destrucción de estancias monacales propició que la torre
perdiera estabilidad y puntos de apoyo.
Al
caer, también destruyó el ábside situado más al norte.
Para evitar que pasara lo mismo con la torre sur, se reforzó su base con un
importante talud.
Es
de tipo lombardo, con cuatro pisos de altura por encima del basamento
ataludado.
En
los dos pisos inferiores se abren dos ventanas de medio punto en cada una de
sus caras.
En
el tercer y cuarto piso las ventanas se convierten en geminadas, con el
capitel liso.
Por encima hay un último nivel, donde se abren dos ojos de buey en cada muro.
La
torre está decorada siguiendo el estilo lombardo, con lesenas centrales y
esquineras, frisos de dientes de sierra y de arcos ciegos.
También está rematada con almenas triangulares añadidas durante las
restauraciones.
Pero las obras de Oliba no se acabaron aquí y construyó la
Cripta del Pesebre y el
Santuario de la Trinidad, ubicadas al oeste del templo de Sant Miquel.
En
cuanto a los elementos litúrgicos o decorativos conservados en el templo
podemos destacar las pinturas murales que se pueden ver en el intradós de las
ventanas del ábside principal.
Estas fueron modificadas a lo largo de los siglos, pero se pudieron conservar
dos pequeños fragmentos de decoración pictórica.
Son más importantes los fragmentos del lado norte, donde todavía se pueden ver
motivos vegetales dentro unas circunferencias.
En
el interior del arco apuntado, que encontramos en el muro este del ábside,
también encontramos pinturas de tipo geométrico en la parte superior y de
cortinajes en el registro inferior.
También se conservan restos pictóricos, de tipo geométrico, en el arco de una
de las ventanas del templo.
En
los dos absidiolos laterales se conservan dos de los capiteles del claustro.
Encima del que hay en la capilla norte se encuentra una imagen de la Virgen
y el Niño del siglo XIII.
En
la parte más occidental de la nave sur se pueden ver dos imágenes de Cristo
del siglo XV.
De
la misma época es el bello conjunto de Jesús y los apóstoles en
el huerto de
los olivos.
Pero desgraciadamente, el elemento más interesante del mobiliario litúrgico no
se conserva en el cenobio, si no en el Philadelphia Museum of Art.
Se
trata de una cátedra de mármol rosado.
Se
cree que se realizó en época del abad Gregori I, a excepción de la cruz que
hay en el respaldo, que es de factura moderna.
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