Antiguamente era conocida como Sant Cebrià de Aiguallonga. Este lugar aparece documentado por primera vez a partir del siglo X. No es hasta un siglo más tarde, que aparece citada la iglesia de Sant Cebrià, en un testamento del año 1026. La iglesia fue consagrada en el año 1047 por el obispo Guislabert de Barcelona.

No es hasta principios del siglo XIII, que encontramos el templo como parroquial y con el nombre de S. Cipriani de Valledaureixo. El templo ha sido muy modificado a lo largo de los siglos y cuesta entrever la huella románica. Estaba formada por una sola nave, cubierta con bóveda de cañón.

En el siglo XVII se reformó profundamente el templo, demoliendo su ábside para alargar el templo por este sector y también se construyeron capillas laterales.

La fachada de poniente está coronada por un campanario de torre, que aprovechó el original de espadaña de dos ojos.

En el museo, ubicado en la rectoría, se conserva un capitel decorado con figuras humanas en los ángulos, que cogen cintas con las manos. Entre las figuras humanas encontramos leones, con la boca abierta y la lengua fuera. Su tamaño nos recuerda mucho a los del cercano claustro del monasterio de Sant Cugat. A lo largo de los siglos se vació su interior y se usó como pila de agua bendita.