Culturas La Vanguardia Miércoles, 25 agosto 2004
 

Poesía De referente de la cultura catalana de los años 20-30 a alinearse con el franquismo. Así cayó Sánchez-Juan injustamente en el olvido.

 

El hijo del guardaagujas

Leído ahora, Sebastià Sànchez-Juan destaca por la exaltación de la vida sencilla elevada a una dimensión cósmica

 

Sebastià Sànchez-Juan  Poesia completa. Vol. l (1924-1933) Vol. ll (1934-1974)

CLARET  316 / 566 PÁGINAS 15/25 EUROS

 

JULIÀ GUILLAMON

 

      Hijo de guardaagujas, barbero, tabernero y dependiente de una fábrica de botones, Sebastià Sànchez-Juan (Barcelona 1904-1974) es un caso único en la poesía catalana del siglo XX. Irrumpe con un manifiesto, Contra l’extensió del tifisme en literatura (1922), inspirado en las proclamas de Salvat-Papasseit, en el que "gita un gargall" a los noucentistes "rimadors panxacontents" y "bons barcelonins". Sus primeros papeles los firma con el pseudónimo de David Cristià (que a mí me recuerda a Kid Galaad, el boxeador protagonizado por Elvis Presley en la película de Phil Karlson). En su mejor libro, Cua degall (1929), los personajes y ambientes de suburbio, captados desde la idealidad y la pureza, conectan con el primer Benguerel. Sànchez­Juan es una referencia indispensable en el clima cultural de los años 20-30. Corrector, discípulo de Pompeu Fabra, autor del poema del listín telefónico ("Llistí, ple de lletra fina, / solfes de la inquietud / l’adreça el nom volgut / fa una ombra impresa anodina"), de la oda a Eva Askwith (campeona de las carreras motociclistas de dirt-track celebradas en el Estadio de Montjuïc), de la Oda al Poble Nou ("Entremig dels teus arbres i els focs de Sant Joan, / passaren, passaran els Júpiters a colles (...) Salut, oh Poble Nou, als teus carboners nets i plats-i­olles!"). La antología de su obra en cata­lán, Prismes, lleva pie de imprenta del 12 de enero de 1939, pocos días antes de la ocupación franquista. Sànchez-Juan toma partido por los vencedores, publica el libro de poemas Régimen y ocupa un cargo en el Ministerio de Información y Turismo (Palau i Fabre le retrata en esta faceta en el cuento El censor). Pero al mismo tiempo, según me contó Perucho, es autor de una Antología poética del barrio chino (1949), firmada con el pseudónimo de Abel Iniesta.

 

      A causa de su connivencia con el franquismo y en parte también por las irregularidades de la obra que escribió en la posguerra (en 1947, Oliver califica sus últimos poemas de "deplorables", exageradamente, en una carta a Benguerel), Sánchez-Juan ha sido un autor injustamente olvidado. Albert Manent le dedicó un magnífico estudio en Els Marges, en 1977, que merecería ser el prólogo de esta edición de la Poesia completa. Manent ve a Sánchez-Juan como un vanguardista mimético, que se retracta de sus pasiones juveniles en sus Constel·lacions (1927) y Elegies (1928), conecta con el surrealismo a principios de los años treinta y encabeza el giro hacia el neorromanticismo con los Poemes de promés (1933). Leído ahora destacan la aeropoesía de las palabras en libertad, los fragmentos de poesía concreta (el poema Ou de dos rovells parece un Brossa) y la exaltación de la vida sencilla, de la cotidianidad elevada a una dimensión cósmica, como en aquel texto de Les históries del Bon Déu de Rilke, en que Dios aparece a los ojos de una niña como un dedal.

 

    En sus memorias Ganas de hablar Ignacio Agustí recuerda a García Lorca junto a Sánchez-Juan, tras una sesión del Conferentia Club, cenando en el Canari de la Garriga. "¿Tú, Sánchez-Juan, padre de un niño? ¿De un niño de veras?" Entre 1932 y 1947 tuvo nueve hijos varones, de los cuales no sé si cinco o seis son claretianos, lo que explica que estos dos volúmenes de Poesia completa se publiquen en la editorial Claret. Un dato −uno más− que invita a revisar conceptos en torno al carácter rupturista de la vanguardia catalana (Gasch, Foix, por no hablar de la segunda vanguardia de los Cirlot, Perucho y Sarsanedas) donde el factor religioso juega un papel fundamental.

 

Sánchez-Juan (centro) flanqueado por Arbó y Gasch en un café de Barcelona ARCHIVO