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Lectures amb fang

Julie y los lobos, de Jean Craighead George.

       Miyax llevaba dos días observando a los lobos, intentando discernir cuáles eran los movimientos y sonidos que expresan simpatía y amistad. La mayoría de los animales los tienen. Las pequeñas ardillas del ártico agitan la cola hacia un lado para hacer saber a sus compañeras que vienen en son de paz. Imitando esta señal con su dedo índice, Miyax había atraído a muchas ardillas hasta su mano. Si pudiese descubrir un gesto similar en los lobos, podría hacerse amiga de ellos y compartir su comida, como un pájaro o un zorro.

………….

…………….. Pasaron largos minutos, y el lobo negro no la miró. La había ignorado desde el momento en que Miyax los encontró, dos sueños antes. Es verdad que ella se movía lenta y silenciosamente para no alarmarle; así y todo, Miyax deseaba que el lobo pudiese ver la dulzura de sus ojos. Muchos animales notaban la diferencia entre los cazadores hostiles y la gente amistosa con sólo mirarlos. Pero el gran lobo negro ni siquiera se dignaba mirar hacia ella.

    Un pájaro se desperezó sobre el césped. El lobo le miró. Una flor se movió en el viento. La miró también. Entonces la brisa hizo ondular la orla de piel de glotón de la parka de Miyax y ésta brilló a la luz. El lobo no la miró. Miyax esperó. La paciencia hacia todo lo relativo a la naturaleza le había sido inculcada por su padre. Y por ello sabía que no debía moverse ni gritar. Y sin embargo, debía conseguir comida o moriría. Le temblaron levemente las manos, y tragó saliva con fuerza para mantener la calma.

    Miyax era una clásica belleza esquimal….. (pgs 20- 21)

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        Sus negros ojos se pusieron en alerta al ver varios escribanos lapones que revoloteaban por allí. Quizá aún tuviesen crías en sus nidos. Miyax, manteniéndose a un lado del montículo para que los lobos no vieran que andaba sobre sus dos piernas, se internó en los pastos. Los pájaros desaparecieron. Sus alas de oscuras puntas se borraron del cielo, como si hubiesen presentido su mortífero propósito. Miyax se agachó. Kapugen le había enseñado cómo cazar pájaros quedándose quieta en un sitio y armándose de paciencia. Cruzó las piernas y se mimetizó con las plantas, inmóvil como una piedra.

…….............

    Un movimiento en el cielo por encima del horizonte le llamó la atención, y reconoció la cola puntiaguda y la negra cabeza de un págalo. Miyax conocía bien este pájaro, porque cazaba en la costa y en la tundra de la isla de Ninivak. Un osado pájaro marino, se parecía a su pariente cercano, la gaviota, pero no era pescador. El págalo cazaba lemmings, pequeños pájaros, u ocasionalmente comía carroña. Miyax se preguntó qué estaría cazando ahora. Tres págalos más se unieron al primero, volaron en círculos uno junto al otro como sobrevolando una presa, y luego se perdieron de vista más allá del horizonte……..

   ………….

    Miyax pensó que debía tener más cuidado. "Aquí es muy fácil perderse", dijo en voz alta.

        Se sentó sobre la hierba para descansar. Su mano tocó una mata de guisantes del Ártico. Eran diminutos pero muy numerosos; Miyax se quitó la bota y luego el calcetín y lo llenó de guisantes. Cuando hubo recogido todos, se echó el calcetín al hombro y, andando alegremente, rodeó la charca y echó los guisantes en la cazuela. Los revolvió con los dedos, y éstos chocaron entre sí con un sonido musical…. (pg 42-53)

© Jean Craighead George, "Julie y los lobos". 1972.

La mort à Venise, Thomas Mann

    D'être seul et de se taire, on voit les choses autrement qu'en société; en même temps qu'elles gardent plus de flou elles frappent davantage l'esprit; les pensées en deviennent plus graves, elles tendent à se deformer et toujours se teintent de melancolie. Ce que vous voyez, ce que vous percevez, ce dont en en société vous vous seriez débarrassé en échangeant un regard, un rire, un jugement, vous occupe plus qu'il ne convient, et par le silence s'aprofondit, prend de la signification, devient événemant, aventure, émotion. De la solitude nait l'originalité, la beauté en ce qu'elle a d'osé et d'étrange, le poème.....

© Thomas Mann, "La mort a Venise". F. Brouty, J. Fayard, 1947.

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