.... "El silencio lleva en sí tu voz, como el nido la música de sus pájaros dormidos". Schopenhauer creía que la actitud de aguante ante el ruido es inversamente proporcional a la inteligencia.

    Escribir sobre el ruido es tan superfluo como escribir sobre las musarañas, sobre la primavera o sobre las rosas. Todo aquí ha sido bronca de siglos, clamor de guerras civiles, rumor de botas, ruido de décadas, alboroto y estruendo. La primera vez que viajé a Londres con unos compañeros de la universidad nos metimos en el metro en Picadilly. Nuestras voces debían ser estridentes para el sistema nervioso de una viejecita sentada al lado. "¿Pueden hacer el favor de hablar más bajo?", suplicó con el dedo índice puesto verticalmente sobre los labios. Callamos durante un rato para volver luego a una conversación que era bisbiseo. Los españoles chillan, no hablan. Todo es confusión de charlas cruzadas, simultáneas, atropelladas. ¿Y los cohetes en las bodas, los petardos en la madrugada?.

    Los nórdicos nos han enseñado a hablar más bajo, pero no hemos querido aprender esa lección. En España no existe una cultura del silencio sino más bien una apología del ruido. Setenta y cinco decibelios, el doble de la tolerado. Las autoridades se ponen a restaurar barrios antiguos, pulimentan piedras, rehabilitan capiteles para luego entregar todo ese tesoro a la voracidad de los decibelios. Meto ruido luego existo. Nadie se ocupa de restaurar la calma.....

    ..... El motero hará petardear su cacharro para demostrar su existencia. El ruido es un argumento de vida, de autoridad y de dominio......

    ........ Radios y televisores a todo volumen, España patio de Monipodio, acústicamente contaminada, tiene deuda con el silencio. La democracia no ha llegado ni para el ruido ni para la basura. Hoy han tirado a la puerta una lavadora oxidada, ayer una bolsa de plástico con peladuras de patatas.

    Los ríos más profundos son también los más silenciosos. (pags. 25-26)