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Lectures

8 de març 

VII. Animales de hermosa piel

de Marguerite Yourcenar

    Me piden que colabore en un libro titulado "las coléricas". No me gusta ese título: apruebo la indignación que tantas ocasiones tiene, en nuestros días, para ejercitarse, pero no puedo decir que apruebe la cólera, esa pequeña irrupción individual que descalifica, ahoga y ciega. Tampoco me gusta el hecho de que ese libro sea elaborado exclusivamente por escritoras. No restablezcamos los compartimentos para mujeres solas.

    No obstante si escribo estas líneas es porque imagino, con razón o sin ella, que un libro escrito por mujeres será leído por mujeres y es a ellas, sobretodo, a quienes va dirigida esta protesta. Cuando alguna vez - en la sala de espera de un dentista o de un médico - se me ocurre hojear una revista de modas femenina, sobretodo esas de lujo y en papel satinado, ...... unos anuncios que ocupan toda la página y en los cuales se han derrochado todas las seducciones del technicolor....... cualquier ojo capaz de ver por detrás de las cosas vería chorreando sangre, se envuelven en los despojos  de unas criaturas que respiraron....

.......    Más aún, muchas de esas pieles proceden de animales cuya caza, que desde hace millares de años antedataba la nuestra, va a apagarse y desaparecer si es que no ponemos remedio, antes de que esas lindas mujeres que las lucen hayan llegado a la edad de las arrugas.

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    Pero no ignoro que esas mujeres jóvenes de las revistas son modelos: se engalanan con esas "cabelleras arrancadas" porque es su oficio......

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    Esas inocentes cumplen un servicio "mandado" (aunque probablemente quisieran que aquellos abrigos les perteneciesen), pero no dejan de representar a todo un pueblo de mujeres: las que se comen con los ojos esas imágenes soñando con un lujo para ellas inaccesible y las que poseen esa clase de despojos y los exhiben como una muestra de su fortuna o de su rango social, de su éxito sexual o profesional, o asimismo como un accesorio con el que cuentan para embellecerse y seducir.

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    Pero estoy atacando únicamente a las mujeres: los tramperos son hombres; los cazadores son hombres y los peleteros también. El hombre que entra orgulloso en un restaurante con una mujer envuelta en la hermosa piel de un animal, es eminentemente un hombre, aunque no necesariamente un homo sapiens. En ese campo, como en tantos otros, los sexos se encuentran en perfecta igualdad.        1976

(97/98/99) de "Le Temps, ce grand sculpteur".

© Marguerite Yourcenar. "El tiempo ese gran escultor". 1983. Tradcc. Emma Calatayud. Edt. Alfaguara Literaturas.