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Lectures d'hivern

Los diarios clandestinos de Blancanieves

de Jesús del Campo

... siendo como es muy vulnerable a lo que él llama la idiotez ajena pero en cualquier caso ha perdido las tres partidas y Dios sabe lo poco que conviene un juego tan perverso a mi escasa devoción por el cálculo y lo fácil que es arrinconarme en el jaque con rapidez, que por otra parte es una maniobra parecida a la que algunos parlamentarios han iniciado al denunciar el despilfarro en que cierta persona de la casa real incurrió recientemente durante unas compras en Armani y exigir las facturas que, según su parecer, demuestran de forma bien rotunda que una república saldría más barata y en tales momentos lamento no poder agarrar con mano firme un altavoz de los que indican a los paseantes dominicales que su recorrido por los jardines de palacio ha terminado y gritar a los cuatro vientos que ciertamente no sería yo quien pusiera trabas a la proclamación de la república dado que todos mis ideales políticos se reducen a la abolición de la estupidez, pero los congresistas de mi nuevo reino son personajes muy curiosos y así están por un lado los del llamado partido de la corona, gentes almibaradas que horas antes de mi llegada se permitieron difundir por toda la ciudad unos pasquines en los que mi retrato aparecía retocado de forma tan aparatosa como innecesaria y en los que decía que yo había cautivado el corazón de mis nuevos conciudadanos cuando lo cierto era que éstos ni siquiera me habían visto aún; y por otro lado los del partido de la igualdad, que por lo general tienen barba, hablan con mucha frecuencia de cosas tales como el precio de los transportes públicos o de la importancia a su parecer subestimada de lo que ellos llaman libertad sexual y están redactando una moción para imponer la prohibición de los cuentos de hadas y cambiarle el nombre a la plaza de Hermanos Grimm por algún otro que aún no han sido capaces de acordar pero no todo son diferencias entre estos dos partidos porque unos y otros se acusan sistemáticamente y con parecidas palabras de anteponer intereses egoístas al común bienestar del reino y unos y otros acogen con los brazos abiertos al político que se acerca a sus filas desertando de las contrarias y hablan del derecho de todo hombre a evolucionar en su pensamiento aunque cuando los abandonados son ellos no hay otra palabra que traición y el caso es que un profundo sentimiento de desconfianza casi tan antiguo como el reino mismo prohíbe la acumulación del poder ejecutivo en un solo partido y obliga a ambos a gobernar en coalición a través de un Consejo de Estado presidio por el príncipe que, dicho sea de paso, a mí me da la impresión de ser notablemente más listo que todos ellos juntos y de guardarse para sí la desazón que le causa el verlos tan mediocres hasta el punto de que cuando se dirige a ellos parece retener en su ceño un gesto clandestinamente guasón que él sabe transformar en indulgente de una forma casi imperceptible que yo encuentro muy simpática y que esta tarde he tenido ocasión de contemplar una vez más cuando ha ido saludándolos a todos uno por uno a su llegada al torneo que ha presidio acompañado por mí y del que he salido tres horas más tarde con la cabeza embotada de tanto entrechocar de armas.... (pgs 22, 23, 24)

... y el aire es tan fresco que sigue siendo un cómplice y los colores del cielo y del mar, tan parecidos, están en plena guerra para ver quién se impone a quién y Tristan sigue sin mirarme y saca una rodaja de limón de su vaso y la echa en mío mientras el silencio juega a nuestro alrededor, nos silba al oído, nos roza la mejilla, nos aísla, nos petrifica, se va y nos deja encerrados en un cuadro de Hopper.... (pg 36/37)

© Jesús del Campo. "Los diarios clandestinos de Blancanieves". Editorial DEBATE, Marzo 2001.