Sus orígenes se remontan al siglo XI, cuando se edificó la torre circular, conocida como Torreón o Torratxa. Su funcionalidad era la de torre de vigilancia y defensa de la ciudad de Barcelona. Aparece documentada por primera vez en el año 1020, con el nombre de Turris Baldovin, por que un tal Ballduvino era el señor de la fortaleza

A partir del siglo XIII la torre sufrió numerosas modificaciones, al no ser  necesaria para la defensa de la ciudad. Poco a poco se fue transformando en una masía dedicada a la explotación agraria. A finales del siglo XV se amplió la zona residencial con un edificio formado por tres crujías y perímetro curvilíneo, siguiendo el perímetro de la antigua torre. Ya en el siglo XIX se construyó un nuevo edificio en estilo modernista y se realizó un gran jardín. En 1972 el ayuntamiento de Santa Coloma compró el edificio, que había sido abandonado en las décadas anteriores y se estaba degradando considerablemente. Diez años más tarde se iniciaron las obras de restauración y las de adecuación como museo de la ciudad. 

Es el único edificio románico del Barcelonés norte que nos ha llegado íntegro hasta nuestros días. Se trata de una torre de planta circular y de 19 metros de altura, coronada con almenas, bastante restauradas. 

El grosor de sus muros se va adelgazando a medida que subimos una planta. Dos grandes arcos rebajados servían de apoyo a los suelos de madera de las dos últimas plantas.

En la segunda planta se abre una puerta de medio punto con dintel, que seguramente era la entrada original.

En este piso se abren diversas ventanas en forma de saetera. 

En el primer piso se abre otra puerta con arco de medio punto, que tiene apariencia de haber sido añadida o muy reformada.

El resto de aperturas fueron realizadas en época moderna.