El lugar de Cornellà aparece ya en documentos del año 980, pero para encontrar una cita de la iglesia hay que esperar hasta el año 993. Se cree que el obispo Vives de Barcelona hizo reconstruir la antigua iglesia visigoda.

Entre los años 1065 y 1095 se construyó un nuevo templo, en este caso románico y unos metros más allá de dónde se levantaba la primitiva edificación. Esta iglesia fue reconstruida en la segunda mitad del siglo XVIII. El actual templo fue realizado tras la Guerra Civil.

En 1928, durante unas obras en el ayuntamiento, se descubrió un arco con columnas y sus capiteles. Se cree que son del mismo taller que los de la basílica de Ripoll, consagrada el año 977, por lo tanto serian ligeramente posteriores a esta fecha.

Fruto de este hallazgo se excavó el subsuelo de la zona, descubriendo la planta de la antigua basílica visigoda. Este arco se habría realizado durante las obras encargadas por el obispo Vives y estaba situado en la entrada del ábside, que tenía planta poligonal.

Las columnas se conservaron en el lugar dónde fueron descubiertas y se abrió el arco, convirtiéndolo en una puerta del consistorio.

 

Los capiteles son de inspiración clásica, con temática vegetal.