El lugar sobre el que actualmente se levanta el templo de Sant Pere de Romaní, era conocido en el siglo X como Duïsme. Este topónimo hacía referencia a una distancia de doce millas con la ciudad de Barcelona. El año 1001 el presbítero Baldofredo dio algunos bienes que tenía en Duïsme, entre ellos un oratorio, a San Pedro de Roma. A pesar de esto, se reservó el usufructo del oratorio a cambio de pagar cinco sueldos cada año a la Santa Sede.

La primera noticia que nos ha llegado de la iglesia de Sant Pere data del año 1032. 

El templo fue abandonado, sin que se conozcan los motivos. Así pues, el templo se fue deteriorando considerablemente, hasta que en 1956 fue restaurado. Años más tarde, en 1987, la Escuela Taller de Restauración, consolidó sus muros. Actualmente tendría que estar protegida por una valla metálica, que en algunos de sus tramos ha desaparecido, permitiendo el acceso a su interior.

Tiene reducidas dimensiones y está formada por una sola nave, que mantiene las características constructivas del primer románico, como por ejemplo la colocación de grandes sillares en los ángulos, distribuidos al lo largo y del través. Esto hace pensar que el templo se construyó a principios del siglo XI, quizás aprovechando parte del antiguo oratorio.

Durante la primera mitad del siglo XII se adosó por el lado de levante un ábside semicircular, que tiene una ventana de medio punto y abocinada en su parte central.

En este mismo periodo se rehizo la bóveda de la nave que es de cañón.

En el muro oeste se abría la puerta de acceso original, que fue modificada y cegada parcialmente. Por encima de la puerta actual todavía podemos ver su arco de medio punto, si bien han desaparecido las dovelas.

Coronando este muro encontramos un campanario de espadaña de ladrillo del siglo XVIII. También es de esta época el campanario de torre, que se adosó al muro sur y que tiene planta cuadrada.