Fue la casa donde el Cid se crió, junto a los infantes de Castilla y León, bajo la tutela del Alcaide de la ciudad, Don Arias Gonzalo, del que era pariente. Conjuntamente con el de Doña Urraca, son los dos palacios románicos que aún podemos ver en la ciudad.

De la antigua casa sólo se conservan los muros perimetrales. En el muro meridional podemos ver algunas ventanas geminadas románicas del siglo XI, que han perdido el parteluz. El resto de la edificación fue modificada entre los siglos XII y XIII.

Sus muros formaron parte de la muralla de la ciudad. En uno de los extremos podemos encontrar una de las entradas a la ciudad: la Puerta del obispo.

A pocos metros de esta puerta encontramos el acceso al recinto de este antiguo palacete.

La puerta de acceso está formada por un gran arco de medio punto, protegido por un sencillo guardapolvo.

En la parte más interior del arco podemos ver esculpidos pequeños motivos vegetales, algunos de ellos muy erosionados.

En este mismo muro se conservan tres aspilleras y una hilera de ménsulas.

El edificio es de factoría románica excepto la torre, que ha sido construida posteriormente aprovechando algunos elementos encontrados en la zona.