Templo del siglo XII en el que predicó, desde un púlpito con forma de águila que todavía se conserva, San Vicente Ferrer.

Destaca su gran torre de planta rectangular. No tiene ventanas hasta los tres últimos pisos dónde están ubicadas las campanas. Estos ventanales son apuntados y están distribuidos de la siguiente manera: tres en cada lado del último piso, dos en el que hay justo debajo y una, de mayores dimensiones, en el siguiente. La cubierta de la torre es de época barroca.

El otro elemento más relevante del templo es su portalada, a pesar de encontrarse muy erosionada. Está formada por cuatro arquivoltas ricamente decoradas con motivos vegetales. Los capiteles que las sustentan también tienen motivos vegetales y animales esculpidos. 

El interior fue reformado en el siglo XVIII dotándolo de una única nave. En los muros todavía se pueden apreciar algunos restos de pinturas murales románicas.