Iglesia edificada a finales del siglo XI, entre los años 1069 y 1076, si bien hay constancia que a finales del siglo IX ya existía un monasterio bajo esta advocación. Tiene características propias del prerrománico asturiano, como el pórtico que hay a los pies de la nave, pero las naves ya son propiamente románicas.

El pórtico sorprende por sus dimensiones. Está formato por tres naves cubiertas con bóveda de cañón y separadas por dos arcos formeros que se apoyan en columnas que tienen los capiteles, de forma acampanada, decorados con figuras de animales, humanos y vegetales. Sobre las naves hay una tribuna, reformada posteriormente y cubierta con madera, que originariamente estaba también dividida en tres espacios.

Las naves laterales del pórtico no tienen prolongación en el templo. Si que están comunicadas la nave central del pórtico con la del templo. La parte de la iglesia está formada por tres naves cubiertas con bóveda de cañón con planta basilical. Destaca la gran altura de las naves respecto a su anchura, especialmente la central. Estas están divididas por dos arcos a cada lado de la central que se apoyan en una columna central exenta y dos adosadas a los muros. Sus capiteles son cúbicos y están  decorados con figuras de animales y hombres. Las bóvedas de las naves laterales están reforzadas por un arco fajón que se apoya en un pequeño capitel-imposta adosado al muro, también decorado.

La cabecera original, formada por tres capillas, fue reformada profundamente en el siglo XVII, adquiriendo el aspecto actual de cabecera recta y única. Preside el presbiterio una imagen de un Cristo Crucificado de finales del siglo XII o inicios del XIII.

Los muros laterales del templo están decorados externamente con un friso decorado con motivo jaqués bajo la cornisa. Por debajo del friso, podemos ver unos canecillos decorados en que podemos ver un gran abanico de cabezas de animales de la fauna asturiana.

Posteriormente se añadieron un pequeño claustro en 1670, la vicaría y la torre campanario del siglo XVIII.

En el interior de las dependencias de la colegiata se pueden encontrar las momias de Teverga. Se trata de dos cadáveres embalsamados correspondientes a Pedro Analso de Miranda, abad del 1690 al 1720, que llegó a ser obispo de Toledo y a su padre, el primer marqués de Valdecarzana.